31 diciembre 2006

FELIZ AÑO 2007

¿A que suena original?

Pues eso, mis mejores deseos para todos en este año que comienza en un ratico, sólo un ratico de nada comienza el 2007.

Conoceros ha sido una de las mejores y más importantes cosas que me ha pasado en el 2006.

Para todos, muchas felicidades y todo mi cariño.


Besos......aun desde Madrid!

29 diciembre 2006

FOTOS

Navidades en Madrid....



Paseo por Palacio Real y Catedral de la Almudena.








Caminata nocturna por la Plaza de Sol.











Paseo por la Calle Serrano
un ambiente de ensueño en las afueras de un centro comercial...







(Quiero irme a casita......)
Besos, mimos y caricias



22 diciembre 2006

FELIZ NAVIDAD...


Feliz Navidad y Próspero Año Nuevo 2007
para todos y cada uno de vosotros,
para quienes ya sois parte de mí
para quienes me acompañáis cada día
para quienes vienen por primera vez
y se suman a esta familia
para todos, para los que sois y seréis
todo mi cariño y mejores deseos.


Besos mimos y caricias,
estos días muchos más.


ESPIRAL DE LUZ

Para que brille nuestro camino...

El camino de todos......

20 diciembre 2006

LA FIESTA DE LA LUZ


La noche del 21 al 22 de diciembre, Solsticio de Invierno, es la noche más larga del año, y el día más corto del año. Igual que en el día más largo del año que coincide con el San Juan, se encienden hogueras y se celebra, e incluso se salta encima de ellas para conseguir purificar con ese ritual el alma de quien la salta, en la noche que da inicio al invierno, se encienden luces que se van llevando desde el centro de la espiral hacia afuera, para alumbrar ese cierre de ciclo, para entregar luz al alma y que se encienda y reviva a partir de ese momento, en el que deja su oscuridad total, su interioridad, para volver a relacionarse poco a poco con el mundo que la rodea. "Es la noche más larga o día más corto. Es tiempo de descanso, de compartir historias, habilidades y tradiciones. Es en estos días cuando se revisa la vida y se afirma con rotundidad, planificándose nuevos proyectos. Es el nacimiento del nuevo Sol, de la nueva luz que nos guiará en el año venidero".

Los invito a hacerlo, solos o en comunidad, con amigas y amigos, un motivo de reunión, de compartir, de sentir que todos formamos parte de este maravilloso universo y que somos parte integrante de esa inmensa y brillante luz, que va guiando nuestra vida, y la de quienes nos rodean.




Besos, mimos y caricias


Ayer en la tarde se terminó el ciclo de Danza Consciente que hizo Verónica y al que asistí, con otro grupo de personas, durante seis semanas. Fue un final bonito, lleno de cierres, de despedidas, pero dentro de la quietud que se siente en el duelo, aliviando el dolor con un baile nacido desde lo más profundo del dolor, despacio, sentido, con abundancia de caricias, de abrazos sin abrazos, de compañía desde el alma, de despedida con la conciencia en el reencuentro, en la fuerza de una misma y de la otra persona. La música acompañaba y mecía. Creo que si añadimos a la fiesta de la luz la música, la que más nos guste, la que más emociones nos despierte, y nos dejamos llevar, nos llenamos de esa magia, como lo hacemos en el San Juan, conseguiremos que ese baile para nosotros mismos, sintiendo esa luz, confiando en ella, penetre en nuestro ser y nos haga sentir esa paz y ese calor que tanto bien nos hace. Más besos mimos y caricias.

17 diciembre 2006

FLUIR...


Te encuentro, te reconozco, me acerco a ti.
Al fin puedo verte, sentir tu aroma,
dejarme fluir.


Tus palabras se acercan a mi rostro
mientras tus labios rozan mis mejillas


Por un momento el tiempo se detiene
y mi respiración se mantiene
para concentrarme en ti y
en lo que me haces sentir


Puede el querer, quiere el sentir
puede y quiere también el deseo
de lo desconocido que habita en ti


Tu rostro tibio dá calor a mis mejillas
y tus manos fuertes calman mis temblores
en un abrazo improvisado
hecho a mi medida

Todo fluye hermoso
y el momento se hace nuestro
es entonces cuando siento que me lleno de ti
y que en este sueño te lleno de mi



Y todo lo que se construye es hermoso
es fuerte, es sólido...


... todo es tu y yo,
es yo y tu,
y es nosotros...



...y es el deseo del día
en que al fin llegues a mi vida
en que pueda sentirte y despertar junto a ti.


14 diciembre 2006

NO QUIERO...

...seguir esperando,
seguir sintiendo el vacío
al otro lado de la cama.
No me apetece
seguir conteniendo emociones
cuando no hay razones.


No quiero...
No quiero...
No quiero...

10 diciembre 2006

MIMOS

Sigue la lluvia intensa
la tormenta no cesa
en mi piel sólo el olor a suave jabón
nada me hace descubrir el aroma de tu piel,
el sabor de tus besos o el calor de tu abrazo.
Eres tan desconocido para mí
y a la vez tan familiar
que por momentos pienso
que te reconoceré en cuanto te vea...
Y si no es así, si no te reconozco
llámame, grita mi nombre
y de inmediato
correré a abrazarte.
Necesito tus mimos y tus abrazos.


Te siento cada vez más cerca..


05 diciembre 2006

LLUEVE



Llovió toda la noche y todo el día
la lluvia y el viento no dan tregua
y en mi vida la misma compañía
la de tu ausencia.
Llueve y tu no estás



Tengo ganas de volver a enamorarme, de volver a ilusionarme, de tener alguien por quien sonreir a solas con su recuerdo, o a través del sonido de su voz. Un alguien por quien desvelarme en la noche sólo para poder verle a mi lado y disfrutar de su aroma. Alguien que anime mis mañanas y movilice mis noches, que me meta en su vida y se meta en la mía. Posiblemente estar sola es lo mejor que me puede pasar en este momento porque así no huyo de mí para ocuparme de un otro y esquivar mi responsabilidad en esta etapa de mi vida... Aun así, en días como el de hoy, que llueve tanto y sólo apetece tomar un baño relajante, o permanecer en cama, quiero amar, sentir, volver a abrazar y vivir.


Se puede saber cuando vas a venir?

01 diciembre 2006

LA MUJER ESQUELETO...



La Mujer Esqueleto

H
abía hecho algo que su padre no aprobaba, aunque ya nadie recordaba lo que era. Pero su padre la había arrastrado al acantilado y la había arrojado al mar. Allí los peces se comieron su carne y le arrancaron los ojos. Mientras yacía bajo la superficie del mar, su esqueleto daba vueltas y más vueltas en medio de las corrientes.

Un día vino un pescador a pescar, bueno, en realidad, antes venían muchos pescadores a esta bahía. Pero aquel pescador se había alejado mucho del lugar donde vivía y no sabía que los pescadores de la zona procuraban no acercarse por allí, pues decían que en la cala había fantasmas.

El anzuelo del pescador se hundió en el agua y quedó prendido nada menos que en los huesos de la caja torácica de la Mujer Esqueleto. El pescador Pensó: "¡He pescado uno muy gordo! ¡Uno de los más gordos!" Ya estaba calculando mentalmente cuántas personas podrían alimentarse con aquel pez tan grande, cuánto tiempo les duraría y cuánto tiempo él se podría ver libre de la ardua tarea de cazar. Mientras luchaba denodadamente con el enorme peso que colgaba del anzuelo, el mar se convirtió en una agitada espuma que hacía balancear y estremecer el kayak, pues la que se encontraba debajo estaba tratando de desengancharse.

Pero, cuanto más se esforzaba, más se enredaba con el sedal. A pesar de su resistencia, fue inexorablemente arrastrada hacia arriba, remolcada por los huesos de sus propias costillas.

El cazador, que se había vuelto de espaldas para recoger la red, no vio cómo su calva cabeza surgía de entre las olas, no vio las minúsculas criaturas de coral brillando en las órbitas de su cráneo ni los crustáceos adheridos a sus viejos dientes de marfil. Cuando el pescador se volvió de nuevo con la red, todo el cuerpo de la mujer había aflorado a la superficie y estaba colgando del extremo del kayak, prendido por uno de sus largos dientes frontales.

"¡Ay!", gritó el hombre mientras el corazón le caía hasta las rodillas, sus ojos se hundían aterrorizados en la parte posterior de la cabeza y las orejas se le encendían de rojo. "¡Ay!", volvió a gritar, golpeándola con el remo para desengancharla de la proa y remando como un desesperado rumbo a la orilla. Como no se daba cuenta de que la mujer estaba enredada en el sedal, se pegó un susto tremendo al verla de nuevo, pues parecía que ésta se hubiera puesto de puntillas sobre el agua y lo estuviera persiguiendo. Por mucho que zigzagueara con el kayak, ella no se apartaba de su espalda, su aliento se propagaba sobre la superficie del agua en nubes de vapor y sus brazos se agitaban como si quisieran agarrarlo y hundirlo en las profundidades.

"¡Aaaaayy!", gritó el hombre con voz quejumbrosa mientras se acercaba a la orilla. Saltó del kayak con la caña de pescar y echó a correr, pero el cadáver de la Mujer Esqueleto, tan blanco como el coral, lo siguió brincando a su espalda, todavía prendido en el sedal. El hombre corrió sobre las rocas y ella lo siguió. Corrió sobre la tundra helada y ella lo siguió. Corrió sobre la carne puesta a secar y la hizo pedazos con sus botas de piel de foca.

La mujer lo seguía por todas partes e incluso había agarrado un poco de pescado helado mientras él la arrastraba en pos de sí. Y ahora estaba empezando a comérselo, pues llevaba muchísimo tiempo sin llevarse nada a la boca. Al final, el hombre llegó a su casa de hielo, se introdujo en el túnel y avanzó a gatas hacia el interior. Sollozando y jadeando permaneció tendido en la oscuridad mientras el corazón le latía en el pecho como un gigantesco tambor. Por fin estaba a salvo, sí, a salvo gracias a los dioses, gracias al Cuervo, sí, y a la misericordiosa Sedna, estaba... a salvo... por fin.

Pero, cuando encendió su lámpara de aceite de ballena, la vio allí acurrucada en un rincón sobre el suelo de nieve de su casa, con un talón sobre el hombro, una rodilla en el interior de la caja torácica y un pie sobre el codo. Más tarde el hombre no pudo explicar lo que ocurrió, quizá la luz de la lámpara suavizó las facciones de la mujer o, a lo mejor, fue porque él era un hombre solitario. El caso es que se sintió invadido por una cierta compasión y lentamente alargó sus mugrientas manos y, hablando con dulzura como hubiera podido hablarle una madre a su hijo, empezó a desengancharla del sedal en el que estaba enredada.

"Bueno, bueno." Primero le desenredó los dedos de los pies y después los tobillos. Siguió trabajando hasta bien entrada la noche hasta que, al final, cubrió a la Mujer Esqueleto con unas pieles para que entrara en calor y le colocó los huesos en orden tal como hubieran tenido que estar los de un ser humano.

Buscó su pedernal en el dobladillo de sus pantalones de cuero y utilizó unos cuantos cabellos suyos para encender un poco más de fuego.

De vez en cuando la miraba mientras untaba con aceite la valiosa madera de su caña de pescar y enrollaba el sedal de tripa. Y ella, envuelta en las pieles, no se atrevía a decir ni una sola palabra, pues temía que aquel cazador la sacara de allí, la arrojara a las rocas de abajo y le rompiera todos los huesos en pedazos.

El hombre sintió que le entraba sueño, se deslizó bajo las pieles de dormir y enseguida empezó a soñar. A veces, cuando los seres humanos duermen, se les escapa una lágrima de los ojos. No sabemos qué clase de sueño lo provoca, pero sabemos que tiene que ser un sueño triste o nostálgico. Y eso fue lo que le ocurrió al hombre.

La Mujer Esqueleto vio el brillo de la lágrima bajo el resplandor del fuego y, de repente, le entró mucha sed. Se acercó a rastras al hombre dormido entre un crujir de huesos y acercó la boca a la lágrima. La solitaria lágrima fue como un río y ella bebió, bebió y bebió hasta que consiguió saciar su sed de muchos años.

Después, mientras permanecía tendida al lado del hombre, introdujo la mano en el interior del hombre dormido y le sacó el corazón, el que palpitaba tan fuerte como un tambor. Se incorporó y empezó a golpearlo por ambos lados: ¡Pom, Pom!.... ¡Pom, Pom!

Mientras lo golpeaba, se puso a cantar "¡Carne, carne, carne! ¡Carne, carne, carne! ". Y, cuanto más cantaba, tanto más se le llenaba el cuerpo de carne. Pidió cantando que le saliera el cabello y unos buenos ojos y unas rollizas manos. Pidió cantando la hendidura de la entrepierna, y unos pechos lo bastante largos como para envolver y dar calor y todas las cosas que necesita una mujer.

Y, cuando terminó, pidió cantando que desapareciera la ropa del hombre dormido y se deslizó a su lado en la cama, piel contra piel.

Devolvió el gran tambor, el corazón, a su cuerpo y así fue como ambos se despertaron, abrazados el uno al otro, enredados el uno en el otro después de, pasar la noche juntos, pero ahora de otra manera, de una manera buena y perdurable.

La gente que no recuerda la razón de su mala suerte dice que la mujer y el pescador se fueron y, a partir de entonces, las criaturas que ella había conocido durante su vida bajo el agua, se encargaron de proporcionarles siempre el alimento. La gente dice que es verdad y que eso es todo lo que se sabe.



"Mujeres Que Corren Con Los Lobos"
Clarissa Pinkola Estés
Un cuento para compartir
Besos, mimos y caricias.