02 marzo 2007

QUISIERA SER ROCA...


Hoy me ha llamado un amigo con el que hace tiempo no hablaba, pero que es de esas amistades que sabes que están ahí con toda la familia cobijándote si lo necesitas. Yo digo que eso es lo bueno (y lo malo) que tiene ser abogado de pueblo. Que es todo hermético en ciertos sentidos, y en otros un infierno de cotilleo. Pero es lo que hay. No es algo que me haya costado tanto acatar, aceptar, a pesar de que cuando comencé a ejercer en España venía de ser vicepresidente de contrataciones y licitaciones de una empresa petroquímica de gran prestigio en aquella época. Creo que lo asumí como un cambio de enfoque de trabajo, de ser abogado de empresa, a tener mi propio despacho y convertirme en litigante.

Como no llegué a tiempo para atender el teléfono le llamé yo. Me dijo con voz muy lúgubre que me llamaba en 10 minutos él. Debo reconocer que soy bastante fatalista y que lo primero que pensé es que había pasado algo en su familia, que había fallecido alguien o que habían tenído algún problema de salud. El es el que se encarga de dar ese tipo de noticias a los amigos, pero esta vez fue mucho más tétrico que el resto de las veces.

10 minutos dan mucho tiempo para pensar. Saludos de rigor, cuanto tiempo sin hablar, como está tu tía (que es también amiga mía desde hace15 años), que tal tus padres, idem para mí. “Necesito hablar contigo Ana, no es coña, estoy metido en un problema enorme y no levanto cabeza”. ¿Tú en un problema? Fue lo único que atiné a decir. Es un buen hombre, sano, exitoso en su gremio, sus cuentas suben de las 6 cifras….recordé ¿Pasó algo con tu ex? No ella esta bien. A ver, concéntrate, no soy adivina, si no me dices tu problema no sé si puedo ayudarte.

Fue claro y conciso: Estuve manteniendo relaciones con una chica un par de semanas, quedó embarazada, yo no quiero ese hijo, le doy todo el dinero que necesite para abortar, pero no lo quiero, y a ella menos. Una amiga de ella me amenazó diciéndome que ella iba a ir a por todas contra mí, me tiene agobiado, derrumbado, porque no sé que puede hacer contra mí.

No puedo decir lo que sentí en ese momento, tras esa confesión, porque me encontré de frente con la antítesis del que era mi amigo, ese que soñaba con rehacer su vida, con tener hijos, con disfrutar de ellos. Entre él y yo nunca pasó nada porque yo no quise, pero fue exquisito conmigo durante todas las veces que salimos, me respetó, intentó convencerme de que estábamos hechos el uno para el otro, que su familia me adoraba, que para él no había mujer que se comparase a mi, que podríamos vivir fuera, que quería hijos, que quería sus risas llenándolo todo, que …….. en fin. No me podía creer que ese mismo hombre, que ese amigo al que le deseaba encontrara la mujer que lo amara de verdad y lo llenara de felicidad me estuviera diciendo que no queria ese hijo que, si bien había surgido de una relación que el llama esporádica, tanto había deseado. Al punto de estar aterrado, agotado, sumido en el más absoluto miedo que se pueda contar.

Legalmente contra ella no puede hacer nada, por suerte las mujeres seguimos siendo dueñas de nuestro cuerpo y de lo que llevamos dentro, aunque la mitad sea de otro. Le he dicho que pida la paternidad y que solicite la prueba, así si sale positivo (que es lo que va a pasar) podrá tener derecho a ver al niño, a tenerlo con él en períodos de vacaciones y disfrutar de sus risas, y hasta es posible que consiga pagar una pensión baja, o una custodia compartida pues sus padres pueden ayudarlo a criar a su hijo, estoy segura que les caerá la baba por él. Ella no puede negarse a ello y si sale negativa la prueba, pues ya sale de este suplicio de una vez. El dice que no la quiere, ni quiere nada de eso. Sin embargo hay un problema, si es ella la que pide la paternidad, podemos comenzar a rezar para ver si con tanta invocación cambiamos el adn. El no podrá ver al niño, no tendrá derechos sobre él, ni podrá llevarlo a casa a llenar de risas su vida, como única relación con el bebé, se haga la prueba y dé positivo, o se niegue a hacer la prueba, será un cheque al mes por el importe que fije el juzgado, incrementado en el IPC anualmente, la totalidad de sus bienes a su fallecimiento a menos que haga un testamento donde sólo le deje la legítima, y el repudio de una carita inocente al cruzarse en su camino, un repudio cada vez mayor a medida que ese ser inocente va creciendo y el no tener nunca palabras lo suficientemente convincentes de porque no lo quiere.

Quedé en verle el martes. No sé si podré convencerlo. Pueblo pequeño infierno grande, dicen por ahí. Ahora no, pero en unos años todos sabrán quien es el padre de ese niño. No sé quien es ella. Ojalá no sea tan terca como él, aunque me dá que si. Y creo sospechar quien es, con lo que tendré que derivar este caso a otro compañero.

¿Por qué siguen ocurriendo cosas así? ¿Por qué siguen habiendo embarazos no deseados, incluso en gente de mi edad? Como abogado no tengo duda de cómo actuar. Como amiga, estoy incondicional a su lado, intentando convencerlo de que él no es ese que está hablando (él es un ser que sueña estar rodeado de niños riendo a su alrededor, si le cae la baba hablando de su sobrino). Ojalá recapacite.

No entiendo nada. Mejor no mezclar vodka con wisky, ni trabajo con amistad. Sólo ser roca.